El famoso Dr. Tibiesco

Tobias Di Pretoro
3 min readJun 13, 2023

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hombres tibios e indiferentes que aceptan sin escrúpulos lo que está constituido, pero cuya religión política no va más allá. — Diálogo en el infierno entre Maquiavelo y Montesquieu

El Dr. Tibiesco ni siquiera era doctor en absoluto. Lo habían apodado así sus amigos porque nunca en su vida tomó una decisión.
El Dr. Tibiesco era una persona que sabía todo a medias, nunca profundizaba sus temas y tampoco le importaba hacerlo. Sus relaciones eran llanas y si salía de fiestas o a encuentros era únicamente porque los demás le insistían y programaban todo.
Era larguirucho, vestía su única cosa favorita: su traje de color beige. Era más bien desgarbado, siempre le faltaba algún que otro botón en su saco, lo cual no le importaba en absoluto y para él nadie se fijaría en eso.
Por supuesto, el Dr. Tibiesco era muy dramático, errático y muy de vez en cuando tenía una opinión dura, la cual se caía como una torre de naipes si alguien le contra argumentaba e inmediatamente su opinión era otra.
Al Dr. Tibiesco no se le podía hacer preguntas dada a su nula capacidad de querer o no querer algo. Todo le daba lo mismo. Si le preguntabas ‘A qué hora comemos?’ Él te respondía ‘La que quieras’. Si le preguntabas ‘¿Vemos una película o serie? Él seguramente te respondería con un ‘Elegí vos’.
Está de más decir que nadie se atrevía a preguntarle qué le gustaría comer o qué película mirar. Esas preguntas le espantaban y se encerraba en su estudio para escuchar jazz o música clásica.
El Dr. Tibiesco no tenía fascinación por nada. Nada lo movía, lo emocionaba, le hacía reflexionar, le daba curiosidad, nada.
Una vez alguien se animó por fin a preguntarle qué música le gustaba escuchar. Estaba leyendo el diario con sus anteojos simples y monótonos, paró de leer, bajó el diario, me miró seriamente y respondió secamente ‘No sé, me gusta de todo un poco, vio?’ Y siguió leyendo como si nada hubiera pasado. ¿Cómo alguien podía ser tan llano?
Hay tantas historias del Dr. Tibiesco como páginas de la biblia. Escribir todas sería abrumador y sobre todo de estresante para cualquier persona.
Aun así, tengo mi propia anécdota con el tipo.
Cuando me dieron a conocer al Dr. Tibiesco, el señor tenía una sonrisa muy agradable. Tanto, que se le achinaban los ojos. Muy macanudo me resultó ser. Por ahí si era muy indeciso con las cosas y ya había un protocolo a seguir, originado por él y sus amigos, para que no tenga que tomar ninguna elección.
En mitad de la comida, entre risas y anécdotas, me atreví por fin a preguntarle algo. Iba junto con lo que estábamos hablando, encajaba perfecto en la charla, era mi bala para saber cómo era realmente él.
“Dr. hablando de esto…, disculpe la pregunta, no? Pero ¿Qué piensa del destino? ¿Creé que las cosas pasan por algo, que está todo escrito, en el azar?” Hubo una gran pausa. Todos estaban callados. Algunos me miraron con mala cara por una total falta de respeto.
Cerró tres largos segundos los ojos, los abrió, me miró y esbozó su sonrisa amigable a la vez que hablaba “Ahhh. Esa es una hermosa pregunta, pibe. ¿Tan díficil era?”

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Tobias Di Pretoro

Escribir como forma de expresarme, la manera en que logro darle vida a mis sueños e ideas.